Un
enfoque desde la Crítica de la Economía Política
Miguel Ángel Lara Sánchez[1]
Resumen
El presente ensayo tiene por objeto una
aproximación al estudio de los servicios en el mundo actual, valiéndonos de la
concepción que sobre el particular tiene la Crítica
de la Economía Política de Carlos Marx, que no necesariamente es igual a la
visión convencional de los servicios. Partiendo del reconocimiento del peso
fundamental que tienen los servicios en el empleo total mundial, se analiza lo
distintivo de éstos con respecto a la producción mercantil en general y de
manera particular se ubica su importancia en la forma actual de producción de
plusvalía relativa basada en las aplicaciones crecientes de la computación
digitalizada, que revolucionó el proceso de trabajo capitalista basado en el
fordismo.
Introducción
Uno de los rasgos nuevos de la economía
mundial consiste en el peso creciente que los servicios fueron teniendo después
de la Segunda Guerra Mundial y sobre todo en la medida que el fordismo fue
dejando su lugar preponderante como forma de extracción de plusvalía relativa a
fines de los años sesenta del siglo anterior. De ocupar un papel secundario en
la contratación de fuerza de trabajo, en la actualidad la estadística oficial
mundial lo registra como el sector de mayor empleo de brazos humanos.
Sin embargo, aunque esto refleja los
cambios históricos en la concentración de fuerza de trabajo en la actividad
económica, la manera convencional en que se tipifican los servicios suele
incluir actividades que en sentido estricto no lo son, como las de la mayoría
de los trabajadores que laboran en el sistema financiero. Haciendo uso de la
concepción de Carlos Marx que sobre los servicios establece en El Capital y en su Historia Crítica de la Teoría de la Plusvalía, estudiaremos con
mayor detalle aquellas actividades relacionadas con esta órbita particular de
la producción capitalista, limitándonos en este ensayo a sus aspectos
cualitativos, es decir, a la exposición de los aspectos fundamentales del
proceso de trabajo del cual brotan.
¿Qué
son los servicios?
Por lo regular, la producción arroja
como resultado del trabajo cierta clase y un volumen determinado de mercancías,
pero no siempre. Existen procesos laborales de los cuales no se extrae un
objeto material como resultado; es el caso de aquellos donde el valor de uso de la fuerza de trabajo no
se puede autonomizar de su creador y
por tanto se consumen al mismo tiempo que en que se producen.[2]
Estos dos momentos no están disociados y no se pueden autonomizar uno respecto
del otro, lo que constituye el rasgo determinante de los servicios. De esta
forma singular de la producción capitalista se pueden desprender dos
resultados: uno, que el valor de uso no pueda asumir una forma tangible, no
pueda existir como tal, separado de su creador, en el intervalo que separa la
producción del consumo[3].
El segundo, que sí pueda materializarse como mercancía y logre una existencia
independiente en el intervalo de las dos esferas.[4]
Para la época en que Marx escribió El
Capital, ejemplos del primer caso los tenemos en los actores, artistas,
médicos o profesores, en los payasos, curas, en la prostitución y en general
los asociados a los placeres. Por el contrario, servicios que sí cobran cuerpo
en objetos materiales tangibles son los de los pasantes empleados en los
bufetes de abogados, los escritores o los colaboradores contratados para la
elaboración de obras colectivas como enciclopedias.
Mención aparte merece una industria
particular: la de locomoción, que tiene de particular con respecto a las
restantes el desplazamiento. Este último se desdobla en dos clases particulares
de desplazamiento: el relativo a las mercancías y al de personas. Sobre el
primero, ya se trate de materias primas básicas o de productos parciales de
trabajo, su característica consiste en que al cambiar de lugar se modifican sus
valores de uso merced al desplazamiento. En el segundo caso, el desplazamiento
de personas asume la forma de servicio, un servicio que por cierto no puede
autonomizarse en una mercancía corpórea.[5]
Estos son, pues, los procesos laborales
que en el siglo XIX se identificaban con los servicios y para ese entonces,
momento en que la gran industria maquinizada constituía la forma dominante de
la producción de plusvalía relativa, eran relativamente secundarios en la
creación de riqueza. Pero casi siglo y medio después se modificó la importancia
de los servicios en la producción capitalista, no sólo por el aumento de las
profesiones, de las actividades de recreación y entretenimiento o por las
educativas, sino además, por los cambios en las condiciones técnicas y en las sociales de la producción
capitalista, particularmente de aquellas que tienen que ver con la revolución
actual del proceso de trabajo basado en la computación digital.
Los
servicios en el siglo XXI
Si atendemos a la manera en que la
fuerza de trabajo mundial empleada se encuentra concentrada en los tres grandes
componentes de la producción, veremos que , como se puede ver en los Cuadro 1 y
2, en el año 2000 la agricultura ocupaba el 40% del empleo total, la industria
el 20.4% y los servicios el 39.1%. Once años más tarde, la proporción cambia al
34.1%, 22.1% y 43.8%, respectivamente, con lo que los servicios registran el
mayor volumen de empleos, al ocupar a 1,350,900,000 trabajadores. Por regiones,
destacan en la concentración de empleos en los servicios las economías
desarrolladas y la Unión Europea con el 74.1%, América Latina y el Caribe con
el 62%, Europa Central y Sudoriental más la Comunidad de Estados Independientes
con el 53.8% y Medio Oriente con el 57.6%, todas ellas con más de la mitad de
su fuerza de trabajo empleada en los servicios, aunque de naturaleza diferente,
pues los ubicados en las economías desarrolladas se encuentran más concentrados
en las ramas económicas del trabajo complejo en tanto que los de las economías
subdesarrolladas tienen que ver más con las esferas del trabajo simple o
relativamente simple. En términos globales, la agricultura acusa una tendencia
hacia la disminución progresiva del empleo, la industria una situación
relativamente estable, mientras que los servicios han ido en aumento.
CUADRO 1. PROPORCIONES DE EMPLEO POR SECTOR EN EL MUNDO Y POR REGIÓN (%)
Tomado de: OIT. Tendencias mundiales del empleo 2012. p. 104
|
La época fordista incubó los elementos
tecnológicos y preparó las transformaciones sociales que no sólo la llevarían a
su apogeo sino además a su cambio por esa otra forma de producción de plusvalía
relativa. La invención del transistor primero y después del microprocesador, de
las fibras ópticas y de la luz como medio de conducción; del lenguaje binario,
de la modularidad y de la miniaturización de numerosos elementos del capital
constante dieron como resultado la automatización
de las tareas de control bajo formas digitalizadas con la aparición del
computador digital.[6]
A este revolucionario cambio tecnológico se le agregaron nuevas formas sociales
del trabajo como la flexibilidad, el trabajo por equipos, el toyotismo y la
combinación del trabajo manual con el intelectual, por citar algunas de las más
relevantes. Todo esto revolucionó el
proceso laboral y creó sus correspondientes condiciones generales objetivas del trabajo social, es decir, sus
novedosos medios de comunicación y de transporte como las telecomunicaciones,
la informática y de manera particular Internet. Asimismo, modeló bajo su nuevo
espectro tecnológico a las ramas clásicas de comunicaciones y transportes: el
ferrocarril, la industria naval, la aviación y el transporte terrestre,
dotándolas de mandos computarizados y de numerosos cambios tecnológicos, entre
los que destacan la turbocompresión, el fuel
injection, la aplicación de los contenedores, el desplazamiento por
levitación magnética y nuevas fuentes de energía, entre las que destacan la nuclear
y la solar.
CUADRO
2. NÚMERO DE EMPLEOS POR SECTOR EN EL MUNDO Y POR REGIÓN (Millones)
|
Fuente: OIT. Tendencias mundiales del empleo 2012, p. 104
Para una mayor comprensión, podemos
clasificar los servicios en digitalizados y no digitalizados. De estos últimos,
repasemos los que han perdurado desde la gran industria maquinizada del siglo
XIX. En primer lugar, tenemos los dedicados a la enseñanza. En países como
Alemania, de un total de 39,738,000 empleos, el 6.21% es trabajo docente. Otras
ramas de servicios lo son las actividades de salud y asistencia social, con el
12.22% de los empleos; y el ramo de Otras actividades de servicios, con el
2.86%. Suman el 21.29% del empleo total en ese país. Pero estas apenas son las
ramas claramente dedicadas a los servicios, pues existen otras que la
estadística y las apreciaciones convencionales incluyen tanto servicios como
trabajos que producen mercancías, como se puede apreciar en el Cuadro 3.
|
RAMAS
|
%
DE EMPLEO
|
Comercio
al por mayor y al por menor; reparación de vehículos automotores y
motocicletas
|
13.49
|
Transporte
y almacenamiento
|
4.74
|
Alojamiento
y de servicio de comidas
|
3.90
|
Información
y comunicaciones
|
3.19
|
Actividades
financieras y de seguros
|
3.3
|
Actividades
inmobiliarias
|
0.69
|
Actividades
profesionales, científicas y técnicas
|
5.16
|
Administración
pública y defensa, planes de seguridad social de afiliación obligatoria
|
7.01
|
Actividades
artísticas, de entretenimiento y recreativas
|
1.38
|
Actividades
de los hogares como empleadores, actividades no diferenciadas de los hogares
como productores de bienes y servicios para uso propio
|
0.57
|
Actividades
de organizaciones y órganos extraterritoriales
|
0.07
|
TOTAL
|
43.50
|
FUENTE:
Construido con base en información de: ILO. LABORSTA
Internet. 2012 Total employment and hours of work by economic activity
(Section), 2004-2011 - Not seasonally adjusted
|
Veamos algunos ejemplos de esta combinación
de servicios con producción mercantil: En la industria del transporte y
almacenamiento, los primeros son trabajos dedicados al desplazamiento tanto de
mercancías como de personas, por lo que en este último caso estamos ante la
prestación de un servicio. Las actividades de almacenamiento tienen que ver con
el desplazamiento de las mercancías para ser guardadas en un espacio
específico, por lo que no caben en la definición de servicio. En el caso de las
inmobiliarias, cuando un trabajador se encarga de mostrar el inmueble y sus
cualidades útiles, nos encontramos ante un valor de uso que el probable
comprador está consumiendo al mismo tiempo que se le están indicando las
características del inmueble, con lo que nos encontramos ante un servicio. Pero
en las corporaciones dedicadas a la compra-venta de bienes raíces no sólo
existen este tipo de trabajadores. También los hay quienes se encargan de la
gestión y administración, y la mayoría de estas actividades generan productos
autonomizados de sus creadores como reportes, oficios, programas, facturas,
etc., ya sea en papel o digitalizados. No se diga de aquellos dedicados al
mantenimiento de los inmuebles. Las mercancías que son el objeto principal del
intercambio no se mueven de lugar, pero sus títulos de propiedad sí cambian de
manos, dejando una estela de productos parciales en el proceso de su
transferencia. Y ya que tocamos las actividades administrativas, veámoslo a
detalle.
En una corporación dedicada a la
administración o en uno de los millones de edificios administrativos con que
cuentan los grandes monopolios coexisten una variada serie de trabajos.
Aquellos que se encargan de la recepción física de sus visitantes o quienes se
dedican a la atención personalizada vía telefónica despliegan un valor de uso
que no se puede autonomizar de su persona; son servicios. En la misma categoría
tenemos a los millones de trabajadores que asean tales instalaciones. Los
servicios dedicados a la recepción tanto física como telefónica pueden arrojar
como resultado un producto material como un papel o un registro digitalizado
una vez que se termina de atender al usuario. Pero en el caso de los aseadores
esto no sucede. El trabajo de oficina o administrativo es el de mayor cuantía
en estos lugares. Por lo general su objeto radica en el procesamiento de
información bajo sus distintas formas. El valor de uso de los trabajadores
administrativos comprende el cálculo, análisis, búsqueda, ordenamiento,
desglose y síntesis, almacenamiento, conciliación, carga y descarga, etc., del
fragmento de información a su cargo. Y todo esto hasta fines de los años
ochenta del siglo anterior generaba un alud de papeles, que con el advenimiento
de las microcomputadoras paulatinamente se han ido sustituyendo por reportes, archivos
y bases de datos digitalizados; en varios casos a mayor velocidad hasta casi
alcanzar uno de los ansiados objetivos del capital, la oficina sin papel. Todos
estos trabajos no son servicios sino creadores de mercancías (la mayoría
productos parciales), aunque muchas de ellas sean intangibles.
Pasemos
ahora a los trabajos de telemercadeo. La atención del usuario es directa y en
tanto se exhiben las cualidades de los productos o mientras se levanta un
reporte de daños, ocurre que el acto de producción no está disociado del acto
de consumo por el usuario. Son servicios que no pueden dejar huella o que
pueden cristalizar en reportes levantados, en papel o digitalizados.
Como ya se puede ver en estos ejemplos,
con la revolución del proceso laboral a base de la computación digital se
produjeron diversas transformaciones tanto en la producción mercantil como en
los servicios. En los procesos de flujo continuo como los dedicados al
procesamiento de información, con el uso del lenguaje binario se lograron
digitalizar una gran variedad de productos parciales que cobraron cuerpo en
hojas de cálculo, procesadores de textos, bases de datos, presentaciones, etc.
La programación misma automatizó numerosos procesos parciales de trabajo y todo
esto generó una clase particular de mercancías cuya peculiaridad estriba en ser intangibles. Es producción material,
sólo que bajo este estado físico, y a menudo se le confunde con servicios
debido a su carácter.
Esta forma intangible de las mercancías
es común encontrarla en los procesos de trabajo cuyo objeto es la energía en
sus diversas formas, salvo la proveniente de los hidrocarburos, que genera una
vasta producción material tangible. En el caso de la telefonía, la energía
sonora proveniente de la voz del usuario se convierte a cadenas de bits y es
transportada a través de un complejo de medios de transmisión que comprende
redes de cobre, fibras ópticas, cable coaxial y ondas, que en el lugar y el
aparato telefónico de destino se vuelve a transformar en energía sonora para
hacer posible la llamada telefónica. Este es un servicio, ya se estudie bajo
las formas maquinizadas de plusvalor relativo o bajo la actual: la computación
digitalizada. Logrará autonomizarse cuando un usuario no encuentra al otro y
deja el mensaje en una grabadora. En este último caso el tiempo de producción
está separado del momento de su consumo por el usuario de destino. Bajo la
figura común a nuestros días, es decir, como sistema de telecomunicaciones, no
sólo viajan las señales de telefonía, sino además las correspondientes a la
transmisión de datos, de imágenes y de video.
En la convergencia de las
telecomunicaciones con la informática y la industria del entretenimiento el
capital extrae plusvalía de una multitud de procesos laborales cuya producción
material es tangible e intangible, con una cualidad adicional: que una
mercancía o un servicio pueden asumir diversas formas de manifestación. Un
concierto de música puede producirse en vivo en una localidad determinada y ser
transmitido simultáneamente por Internet a escala planetaria. Quienes lo ven de
estas dos maneras están disfrutando un servicio; pero este evento se graba, se
convierte al lenguaje binario y termina por venderse posteriormente en un disco
compacto, como una descarga de un portal de música en Internet o como parte de
un paquete de descargas al comprar un aparato telefónico o un Ipod. Lo que fue
en su origen un servicio, terminó por autonomizarse y cristalizó en un producto
separado de sus creadores, los artistas que dieron el concierto. Lo mismo puede
darse con los payasos en un circo, con los actores de una obra de teatro o en
los espectáculos de futbol y deportivos en general. Se produce, por tanto un
proceso de flexibilización de las formas que asume el producto final en estos
casos y que a su vez incide en un fenómeno económico nuevo: la flexibilización
en la realización de la plusvalía debido a que cada forma diferenciada que
asumen estos valores de uso constituye un mercado distinto. La flexibilidad del
trabajo, rasgo distintivo de la época posfordista, se presenta también como
flexibilidad de la circulación del capital.
Cuando la computación automatizó las
tareas de control, ya sea del ser humano y/o de un mecanismo, tocó las puertas
de la automatización del trabajo mental. En su versión ya madura, un computador
puede realizar funciones lógicas, de cálculo y de almacenamiento. Todo dependerá
de la manera en que programe su funcionamiento. El programa consiste en un
conjunto sistematizado de instrucciones de trabajo a realizar por la
computadora o por un sistema automático. En este caso quien programa produce
ideas transformadas en un programa de cómputo o software; son productos del
trabajo mental y conforme avanza la cibernética, la microelectrónica, la
Física, la Óptica y aquellas ciencias conectadas con la computación, se va
objetivando el trabajo mental y ello va produciendo una gran variedad de
mercancías digitalizadas, tangibles e intangibles. Esto lo podemos observar de
manera singular en Internet. Cada uno de los millones de páginas, blogs, etc. es
resultado de aplicaciones de software en sus múltiples aplicaciones, la mayoría
de ellas arrojando mercancías digitales, esto es, productos de trabajo
intangibles que se autonomizaron de sus creadores. Un anuncio, una fotografía,
un video subido a un portal, un documento digitalizado, etc., todos ellos
tienen en común esa separación con respecto a la fuerza de trabajo que los
creó, y que a menudo se confunden con servicios. ¿Significa que por Internet no
transitan servicios? No es así. Cuando hacemos uso de un programa para realizar
llamadas telefónicas y/o conferencias a través de Internet, con o sin uso de
video, nuestro computador y la red se encuentran desplazando la voz de un punto
a otro, con lo que el valor de uso se consume al mismo tiempo en que se está
produciendo. Si uno acude a un soporte técnico ante la empresa que renta el
acceso por algún desperfecto en la transmisión, la atención de los técnicos se
produce en tiempo real, y el valor de uso de estos últimos no se autonomiza, no
se objetiva en algo material, ya sea tangible o intangible, salvo el reporte
levantado para su registro. El correo electrónico deja mensajes que por lo
regular se ven después de que alguien los escribió. Pueden durar minutos, horas
o días para abrirlos, con lo que son mercancías intangibles; pero si la
comunicación se hace por medio de un chat, la emisión y recepción son
simultáneas, el desplazamiento de la energía sonora convertida en trenes de
pulsos binarios se consume al mismo tiempo que se está generando y nos encontraremos
por tanto ante un servicio. Así, Internet constituye un medio de transportación
de mercancías y servicios digitalizados, en él confluyen una vasta diversidad
de procesos laborales y un gran número de mercados diferenciados que
flexibilizan tanto la producción como la circulación de plusvalía. Internet no
es sólo una red compleja de transmisión, sino principalmente una red integrada
de autómatas llamados servidores y computadoras terminales, de alcance
planetario y constituye la mayor condensación de mercados multiformes en un
solo espectro tecnológico que haya creado la humanidad hasta el momento. Es el
punto de confluencia del desarrollo inusitado de la división social del trabajo
que ha producido la automatización digitalizada y cuna del florecimiento tanto
de nuevas mercancías como de innovadores servicios.
Septiembre de 2012
BIBLIOGRAFÍA
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Ed.
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2012b. Tendencias mundiales del empleo 2012:
prevenir una crisis mayor del empleo. Ginebra: Enero de 2012. [citado
2012-07-25]
[1] Profesor en la Carrera de
Economía, de la FES/UNAM Aragón. Doctor en Economía por la Facultad de Economía
de la Universidad Nacional Autónoma de México con especialización en Economía
Internacional y Economía de la Tecnología. Correo electrónico: melasa17@gmail.com
[2] “Hay,
por el contrario, casos en que la producción no puede separarse del mismo acto
de creación.” Marx (s/f : 224 ).
[3] Ibid., p. 223
[4] “Hay
ciertos servicios o ciertos valores de uso, resultado de ciertas actividades o
de ciertos trabajos, que se materializan en mercancías; otros, en cambio, no
dejan tras de si ningún resultado tangible, distinto de las personas que los
realizan, o bien dejan resultados que no pueden venderse como mercancías.”
Ibid., p. 221
[5] Para mayor detalle sobre esta
particular industria, véase Marx, op. cit., p.224 y Marx (1980: II, Vol 4).
[6] Hacemos esta distinción, pues
los computadores basados en la tecnología electromecánica o en la electrónica
de tubos de vacío (comúnmente llamados bulbos) ya existían bajo la época
fordista desde los años de la Segunda Guerra Mundial y no provocaron la
transformación del proceso de trabajo capitalista debido a que por su naturaleza
no pudieron incubarse en los núcleos de la producción, sino que por varios años
–hasta la invención del microprocesador en 1973-, se mantuvieron al lado de la
misma, es decir, en el procesamiento de grandes volúmenes de información y en
el sistema financiero. Sólo hasta que el computador se miniaturizó es que pudo aplicarse a los mecanismos de
control de los sistemas maquinizados y que pudo entrar a gobernar los núcleos
productivos de las ramas productivas de mayor importancia en la valorización
del capital a nivel mundial.
muy bien Miguel AHORA PODEMOS ESTAR MAS EN CONTACTO
ResponderEliminarAHORA TE INVITO A QUE ENTRES AL SITIO ajusco.radio.info es donde empezamos a realizar los pininos de la radio en Santo Tomas Ajusco, y en donde me gustaría que pudieras colaborar con algún escrito sobre el tema de la economia en méxico de manera muy sencilla y didáctica para personas con muy baja escolaridad , ojala pudieras realizar un trabajo para Ajusco Radio
ResponderEliminarSALUDOS