Este material recoge una de las conferencias que el Dr. Michel Freyssenet impartió en la Ciudad de México durante su estancia en el año 1988. Tocó a los telefonistas críticos de oposición democrática en el mes de octubre escuchar sus puntos de vista respecto a las formas de participación que pueden tener los trabajadores en la automatización con base en las computadoras, tema clave en la formulación de la táctica de la clase obrera.
Abril de 2013
This paper covers one of the conferences that Dr. Michel Freyssenet gave in Mexico City during his stay in 1988. It was in October when the critical mexican telephone workers heared their views about the forms of participation that may have workers in based computers automation, a key issue in developing the tactics of the working class.
April 2013
La
participación obrera en la modernización
(Propuestas para una automatización recalificante
del trabajador)
Centraré
esta exposición en el cambio técnico, por el hecho de que en las sociedades
capitalistas dicho cambio se traduce en una descalificación del trabajo. Desde
siempre, la evolución de las técnicas de la producción se ha hecho a través de
la materialización de la herramienta del productor, del conocimiento del producto
y de las operaciones que se tienen que efectuar para llegar a los objetivos
planteados. Esta evolución técnica de la producción siempre tiene como objetivo
la mejora del producto y la calidad, también con el objetivo de ganar tiempo
para producir otros bienes con otras cualidades.

Pero
a partir de que el hombre ya no es su propio maestro, las técnicas no sólo se
enfilan hacia la intensidad del trabajo, sino también hacia la materialización
de cómo hacerlo trabajar de otra manera para lograr objetivos que son propios
de la empresa. los mejores medios que se han encontrado para ello consisten en
dividir el trabajo en niveles de dificultad, siendo este el principio en el que
se funda la concepción de los medios de producción.
El
paso actual de la automatización que observamos en gran número de empresas
capitalistas muestra una vez más que no hay en realidad un solo desarrollo
técnico, sino que éste puede asumir formas diversas, según los objetivos
sociales que se propongan quienes detentan el poder económico.
Cuando
los trabajadores protestan por los efectos de la modernización que son lesivos
a sus intereses, siempre se les acusa de estar contra el progreso. También
encontramos una diferencia a nivel educativo para demostrar y pedir otro tipo
de cambio técnico que no produzca descalificación, despidos o reducciones en el
nivel de empleo. Entonces los trabajos que ciertos investigadores hacen
actualmente consisten en buscar aquello que en las características técnicas de
las máquinas automáticas corresponde a los objetivos empresariales de control
de la fuerza de trabajo para ver, a partir de esto, cuáles serían otras las
características de las máquinas.
Cuando
analizamos cómo los ingenieros conciben la maquinaria automática se constata que
los trabajadores se encuentran en un proceso creciente de descalificación y de
reducción y simplificación de su intervención en la maquinaria misma. Para los
consorcios, mientras más reducida sea la intervención humana, tanto más el
sistema técnico se considera confiable y eficaz.
Entonces,
este proceso consiste en llevar lo más lejos posible la automatización y sólo a posteriori se definirá lo que va a
hacer el trabajo humano que no se pueda automatizar por razones técnicas.
En consecuencia, a partir de ahí se concebirán los puestos de trabajo
necesarios. Lo que resultará de esto es que los puestos de trabajo posteriores
serán una combinación de restos de actividades,
del trabajo calificado que existía antes de que ocurriera la automatización;
estos nuevos puestos ya no serán verdaderos oficios que exigen un conocimiento
y comprensión del sistema técnico.
El
segundo principio que guía a los diseñadores de la maquinaria automatizada es
el hecho de que ésta pueda ser manejada por cualquier persona. Se querrá, pues,
que los nuevos mecanismos fueran como un televisor o una video, donde no se
necesita otra cosa que apretar botones.
Las
consecuencias que esta forma de concebir las máquinas trae para sus sistemas de
control las encontramos en una reducción de los botones de control que
efectuará el operario, ya que él no debe pensar. En el caso de que se
multiplicaran los botones, la intervención del trabajador se complejizaría, se
haría más especializada, contrariamente a lo que se persigue: una intervención
del operario cada vez más simple.
Segunda
consecuencia: la vigilancia y supervisión de la producción automatizada.
Vigilar bien una máquina supone conocer bien su funcionamiento, debilidades y
problemas. Por tanto, hay que ser un profesional. Como no se les quiere tener,
las empresas instalan controles que provocarán paros automáticos. El operario
ya no tiene que vigilar. Todo incidente o falla que pueda alterar los
productos, la seguridad, la calidad, etc., provoca una detención automática de
la máquina. El trabajador consultará el tablero de mando el cual indicará el
lugar de la interrupción. Si es simple, la resuelve; si no, como tiene un
conocimiento reducido ya no es un reparador; llama a alguien competente en
ello.
Este
principio técnico no es económicamente óptimo porque un buen técnico ve venir
los incidentes y puede evitarlos, anticipándose. Con la producción automatizada
la variable económica esencial se convierte en el tiempo de producción de la
máquina. Ya no es la cantidad de producción que realiza la mano de obra porque
ésta ya no alimenta a la máquina. Mas a pesar de las deficiencias arriba
descritas, se prefiere este sistema porque reduce la calificación y el poder
del trabajador sobre la máquina, ya que el hecho de diferenciar entre el
técnico y el obrero de mantenimiento permite controlarlos a ambos. Mientras que
si fuera la misma persona la que controlara el sistema y le diera el
mantenimiento necesario, los directivos ya no sabrán qué es lo que sucede.
Tercera
característica. Como no conozco la industria telefónica en México,
ejemplificaré con la metalúrgica en lo que se refiere al cambio de las
herramientas. Un buen operario o técnico sabe en qué momento se deben cambiar
las herramientas. Con los sistemas automáticos que he expuesto, se ha calculado
un promedio de desgaste de las herramientas. Cuando éstas ya han funcionado
determinado número de horas, la máquina se detiene automáticamente y las
herramientas se cambian. Este sistema tampoco es óptimo porque a veces cuando
se cambia una herramienta puede que aún no esté desgastada o que prematuramente
se haya acabado. Aunque esto no sea completamente satisfactorio, se prefiere
emplear este sistema a depender de la fuerza de trabajo para el cambio de las
herramientas.
Con
estos sistemas automáticos no sólo es el técnico propiamente dicho el que se ve
afectado. También lo es el trabajo del técnico de mantenimiento. En una fábrica
clásica, cuando una máquina se descompone –y estoy hablando de grandes
empresas- esto no resulta catastrófico. El trabajo de esta máquina lo puede
hacer otra, o se puede sacar en tiempo extraordinario. Entonces los obreros de
mantenimiento se toman el tiempo necesario para la reparación de la máquina.
Esto
supone que en la época de la mecanización (donde predominan las máquinas electromecánicas),
si bien se ha logrado cronometrar el trabajo de los operarios, en cambio los
obreros de mantenimiento no han llegado a estar tan controlados por la
naturaleza de su trabajo, conservando cierta autonomía. Con la actual fase de
la automatización esto cambia completamente, puesto que lo que se convierte en
el aspecto fundamental es el tiempo de funcionamiento de las líneas automáticas.
Por tanto, hay que reducir al máximo estos tiempos de interrupción de la
maquinaria.
Cuando
una línea se descompone, el trabajo no puede pasarse a otra, dado su nivel de
integración. A partir de este momento se hace necesario para las empresas
contar con reparaciones rápidas y con instalaciones de alto grado de
confiabilidad. Es por esto que generalmente se producen conflictos laborales
porque los obreros no aceptan la estandarización del trabajo. Aparecen, por
tanto, sistemas automáticos que empezarán a atacar la profesionalidad y
calificación de estos obreros de mantenimiento, con mecanismos que localizarán
la falla y otros que a su vez indicarán las causas de la misma, es decir, aquello
que es el núcleo de la calificación de los obreros de mantenimiento y que
consisten en el diagnóstico.
Pero
esto es un intento apenas, pues están lejos de establecer sistemas completos de
diagnóstico, aunque esto se producirá de manera muy progresiva. Comenzará por
el diagnóstico de descomposturas simples. Cuando esto ya sea posible, el
operario será utilizado para las reparaciones. Por consiguiente, al alejarlo
del diagnóstico ya no se requiere de una profesionalidad. Cuando se logre el
diagnóstico automatizado y complejo, se transmitirá al operario la lista de las
actividades a realizar. Esto se ve claramente en el funcionamiento de las
fotocopiadoras.
Esta
forma social de automatización plantea problemas a las empresas y a los
trabajadores. Para estos últimos es evidente que se trata de la
descalificación. Pero al mismo tiempo ellos constatan las incoherencias de esta
automatización, puesto que no es lo óptimo. Con los ingenieros que diseñan las
nuevas tecnologías, por ser tal y no parte de la fuerza de trabajo de la planta
misma, a veces en ciertos países han formado una concepción desvalorizante del
trabajo manual. No conocen con precisión los problemas reales de la producción;
cuando diseñan olvidan la presencia de varios de éstos, y cuando las máquinas
se trabajan más allá de los límites impuestos, funcionan mal y su rentabilidad
se ve comprometida.
Esto
es tan importante para las empresas que ante la frecuencia de las
descomposturas e interrupciones automáticas, éstas se han vuelto contra los
ingenieros, tratándolos de incapaces y exigiendo que vuelvan a los talleres
para que tengan un conocimiento más claro de los problemas. Es en este contexto
donde se abren las propuestas hacia los trabajadores para que ellos digan los
problemas y defectos de los sistemas automáticos que los ingenieros no conocen.
Hemos
visto, pues, las características técnicas de los problemas que trae la
automatización capitalista. La pregunta sería
si se pueden definir características técnicas de una automatización que
posteriormente no se vuelva contra los trabajadores. Esto es importante
porque cuando se plantean reivindicaciones en momentos en que se introducen
nuevas formas de trabajo en una empresa, en el mejor de los casos se hacen
propuestas sobre el mantenimiento de las condiciones de trabajo, salarios,
categorías, etc., encontrando dificultades para formular reivindicaciones sobre
la calificación real de la mano de obra, ya que para el patrón en todo caso
garantizar la calificación –e incluso mejorarla-, no constituye un gran
problema si al mismo tiempo y por la vía del cambio técnico ha podido
prescindir de la profesionalidad de estos técnicos. Si los obreros limitan los
efectos negativos en el terreno del empleo y la calificación, se ha visto que
entonces pierden un poco más el dominio de los instrumentos de trabajo y la
presión que pueden ejercer con esto.
La
definición de las características de una automatización no descalificante es un
intento difícil, sobre todo para un investigador como yo, que no soy un
ingeniero ni un trabajador manual, pero empiezan a desarrollarse
investigaciones en ciertas empresas para tratar de ver qué otras formas debía
tomar la automatización. Es interesante señalar que estas investigaciones se
están realizando con el consentimiento de los patrones. Sin esto, sería difícil
hacerlo. Actualmente estoy haciendo una investigación en una fábrica en
Francia, siendo esto posible porque, tal como he descrito la automatización,
produce resultados tan malos que las empresas están buscando otras formas de
trabajo. Cuando propuse esta vía de análisis, he sido aceptado porque buscan
soluciones. Con esto no quiere decir que de antemano sea lo aceptable. En
consecuencia, vemos claramente que lo que se quiere es que para el
funcionamiento de las líneas automáticas se puedan anticipar los incidentes y
descomposturas y que en esa actividad pueda realizarse una verdadera
profesionalidad. Para ello es necesario que las máquinas tengan ciertas
características.
Es
necesario que el trabajador esté en posibilidades de controlar permanentemente
su proceso de calificación; que él pueda realizar los ajustes necesarios para
conservar la calidad y control en la ejecución de su trabajo.
En
primer lugar, para poder garantizar esta supervisión inteligente de la máquina
es necesario que los operarios sean liberados de todas las tareas repetitivas y
sin interés. Entonces, en lugar de tratar de automatizar aquello que es más
complejo en el trabajo, prioritariamente automaticemos aquello que es más
simple y repetitivo para que los operarios puedan concentrarse precisamente en
aquello que es más complejo en el trabajo. Un ejemplo: a menudo las máquinas
automatizadas se descomponen porque el producto que llega a ellas presenta
algún defecto y en consecuencia no puede entrar a la máquina. Por ejemplo, en
una cadena donde se pone automáticamente el motor sobre la carrocería es
necesario que el motor esté bien armado para que pueda colocarse correctamente
y se pueda fijar, pero a veces tal o cual pieza del motor no está en el lugar
correcto y entonces esto bloquea el sistema. El operario, en lugar de estar en
posibilidades de vigilar bien su máquina, tiene que ocupar tiempo para
verificar que el motor se encuentre bien armado para que no provoque bloqueos.
Entonces hay que resolver este tipo de problemas. Para que el técnico pueda
realizar una vigilancia o una supervisión inteligente es necesario que la
arquitectura de la máquina presente ciertas características. A veces, las
máquinas automáticas están concebidas como objetos artísticos en los cuales lo
más importante es que no se debe ver lo que está adentro, pues en ellas todo es
bonito, todo está cerrado, o sea, funcionan como cajas negras y se les concibe
lo más compactas posible para ganar espacios, etc.
Es
interesante observar el comportamiento de los operarios y de los obreros de
mantenimiento; ellos se pasan el tiempo quitando las puertas y todo aquello que
esconde el funcionamiento de las máquinas, ya que es muy importante ver los
movimientos mecánicos de las mismas. Esto quiere decir que una supervisión y
vigilancia inteligente de tales mecanismos implica el poder ver su
funcionamiento. Por tanto, es necesario concebir máquinas tales, que en ellas
el encadenamiento de sus movimientos mecánicos (aquello que se llama la cinemática) sea particularmente visible y
accesible.
La
segunda característica es que las zonas operativas, es decir, aquellos lugares
en los que la máquina actúa sobre el producto, también sean perfectamente
visibles y accesibles, mientras que la tendencia es, por el contrario, hacerlas
completamente invisibles. Es necesario, pues, que estas zonas sean bien
diferenciadas en el cambo de visibilidad del trabajador para que él esté en
posibilidades de percibir todo lo que sucede en estas zonas de actuación de la
máquina.
De esta misma manera, las partes motrices de
la máquina muy a menudo están escondidas “debajo de la cama”. Por consiguiente,
los flujos de aire, aceite, etc., también deberían ser visibles y fácilmente
localizables. Podríamos multiplicar los mecanismos y procesos que deberían
abrirse a la vista de los trabajadores. Creo que el principio será precisamente
ese: hacer visible e inteligible el funcionamiento de los equipos automáticos.
De
la misma manera, el trabajador debería
estar en posibilidades de controlar todos los movimientos de la máquina. Con
ello, los paros automáticos se pueden reducir al máximo ya que el técnico
tendría la posibilidad de anticiparse a los incidentes para que no se produzcan
estas detenciones en el funcionamiento de los equipos. Esto es necesario porque
si se mantienen las interrupciones automáticas, la tendencia va a ser que el
personal de confianza le diga al trabajador que lo va a poner a hacer otra cosa
porque no necesita vigilar esta máquina. También es necesario que sobre esas
líneas automatizadas el operario pueda
regular el flujo del producto. Esto sería motivo de una controversia
importante con las empresas, ya que están acostumbradas a que los obreros no
metan las manos en la regulación automática. Esto implica, a su vez, la posibilidad
de intervenir en la velocidad de la máquina; también debiera poder intervenir
en la localización de aquellas partes de la máquina que detectan la presencia
del producto, sobre el tamaño de los espacios entre una máquina y otra, etc.
Por
lo que se refiere al control del autómata programable o la computadora que
controla a las máquinas, el trabajador debe tener la facultad de modificar las
variables de los parámetros que ponen en funcionamiento la secuencia
automática. Asimismo, también debe estar en posibilidades de instalar
indicadores de desajustes, de variación y de sincronización. A menudo se ve a
los técnicos o trabajadores poner marcas para detectar aquello que puede no
funcionar. Entonces sería conveniente poner las máquinas de tal manera que se
puedan instalar esos indicadores. Cabría decir lo mismo si se quiere hacer un
mantenimiento condicional (preventivo), es decir, si se decide cambiar tal o
cual pieza u órgano en función de indicadores de principio de anomalía. Aquí
también es necesario que las máquinas sean concebidas de tal manera que se
puedan instalar aparatos de medición en lugar de realizar lo que se llamaría un
mantenimiento preventivo sistemático. En este último caso el obrero no tiene
que pensar, sino simplemente cambiar sistemáticamente tal pieza después de tal
número de días.
Hasta
aquí detengo las enumeraciones, para pasar a la exposición de cuáles serían las
consecuencias, tanto para los trabajadores como para los patrones, de este tipo
de concepción para la automatización de las máquinas.
Para
los trabajadores hay una reapropiación y
una reprofesionalización. Ellos se convierten en las únicas personas
indispensables para el funcionamiento de los sistemas automatizados. Por este
hecho, requieren de un poder. Al readquirir esta profesionalidad, ellos se
convierten en las personas indispensables que pueden continuar la modernización
y la evolución del automatismo. Este grado de participación tiene como
resultante la garantía del empleo y dan a los trabajadores la posibilidad de discutir
los objetivos de la empresa puesto que ellos son el instrumento indispensable
para la modernización. La contrapartida –puesto que hay una-, es que ellos
hacen funcionar al máximo las líneas de fabricación, puesto que la
profesionalidad se convierte en esa capacidad de hacer funcionar al máximo las
líneas de fabricación.
Para
los patrones se obtiene un funcionamiento mejor de la empresa. En
contrapartida, se ve en una situación en la que se tiene que discutir
permanentemente y establecer compromisos que se refieren al funcionamiento de
la empresa y sus metas. No es seguro que esto sea aceptable en los marcos de
las relaciones capitalistas. Es posible que esto sea realizable en algunos
lugares, pero en todo caso esta reinversión de la división del trabajo, o sea,
este movimiento de regreso a una reprofesionalización obrera pudo haber
sucedido también –pero a un nivel distinto- cuando se pasó de las formas
manuales de trabajo a las mecanizadas. Si no se desarrolló cierto tipo de
mecanización, no es en realidad una casualidad; entonces, la obligación del
control de la inteligencia del trabajo obrero es una condición de la forma
capitalista de trabajo.
Sesión
de preguntas y respuestas
Preguntas:
1.-
Del grado aparente de perfeccionamiento de la automatización, ¿cómo cambia o se
altera el concepto del tiempo al trabajador?
2.-
Cuando se considera como bajo rendimiento económico por el uso de un cambio
prematuro de las partes mecánicas de la máquina, ¿se pretende con esto
descalificar la mano de obra utilizada?
3.-
Las demandas centrales de nosotros ante la automatización se reducen a la
defensa del empleo, la no reducción del personal y de la materia de trabajo. En
tu intervención acabas de decir que con esto cada día es más indispensable el
trabajador. La pregunta es: ¿el trabajador que está antes de la automatización
es más indispensable o es un distinto trabajador, más calificado, más
profesional el que se requiere? Porque ante la respuesta, nos dejas en la misma
demanda.
4.-
En gran parte de su exposición hay hechos que se ven en el sistema telefónico,
tales como el nuevo equipo en las centrales. En él se ve el interés de ganancia
de la empresa y sin embargo, el servicio para los usuarios no mejora. Ante esta
situación, la empresa está proponiendo la integración de círculos de calidad,
que también apoya el Comité Ejecutivo Nacional del sindicato. Ojalá fuera
posible que el Dr. Freyssenet ampliara la explicación sobre tales grupos; cómo
es que se integran y cuáles son sus características.
También
comentaría lo siguiente: Me parece que la propuesta del Doctor hace sobre cómo
debería ser una automatización diferente deberíamos retomarla en muchos de sus
puntos para nuestra situación específica.
5.-
En el sistema telefónico de México se han introducido equipos digitales que
desplazan de 20 a 30 trabajadores y son operados hasta por una sola persona, lo
cual constituye una afectación notable al empleo. Mi pregunta es: ¿cómo se han
preparado los obreros de otros países cuando se han introducido nuevas
tecnologías en sus trabajos?
6-
Sé que el profesor dirige un centro donde se estudia, entre otros temas, la
cuestión de los sindicatos en Francia. Quisiera ver si es posible que nos
platicara un poco de los avances en las demandas sindicales en relación a la
gestión de la nueva tecnología y la nueva situación de los sindicatos.
6.-
En los últimos tiempos, con la modernización de las telecomunicaciones hay un
proyecto a gran escala de reestructuración de la empresa, es decir, de la
corporación misma. También, si pudiera comentarnos algo sobre los cambios
orgánicos de las empresas derivados de la modernización.
-
Dr. Freyssenet. Exactamente, ¿en qué consistiría esa reestructuración?
-
Se presenta a dos niveles: uno, en la reorganización de todo el proceso de
trabajo y, otro, a nivel externo, en relación a la estructura que guarda con
las empresas filiales, con las empresas terceras, etc. Es lo que me gustaría
que el profesor nos platicara de sus experiencias en este tema.
Respuestas
En
lo que se refiere a la gestión del tiempo de los trabajadores por la
automatización, para el trabajo mecanizado –y aquí me refiero completamente a
la metalurgia- los obreros tenían la posibilidad de contar con cierta autonomía
para la administración de su tiempo. Ellos tenían que elaborar una producción
por día, lo cual les permitía en ciertos momentos acelerar o disminuir el ritmo
de la producción. lo digo como ejemplo, pues ellos en cierto momento en los
talleres mecanizados podían liberar una hora de trabajo como tiempo libre. Por
lo tanto, todo el saber obrero (o la capacidad del obrero) consistía en saber
cómo esconder este tiempo libre.
Con
la automatización esto cambia puesto que el trabajador ya no está encargado de
hacer una producción diaria, sino únicamente ocuparse de que la producción
funcione sin detenerse, con lo cual tiene mucho menos autonomía en su tiempo.
Esto es teóricamente hablando, porque con las dificultades que hemos mencionado
y el número de las interrupciones en las líneas y con la división del trabajo
entre ellos y entre los obreros de mantenimiento, ahí la llevan; siempre se
puede.
Lo
cierto es que esto crea un cambio y también se convierte en un problema:
restricción.
Por lo que se refiere a la segunda
pregunta, se ve que los patrones prefieren un rendimiento más reducido con los
trabajadores más descalificados que un rendimiento mejor con obreros de mayores
grados de calificación y profesionalidad. Es lo que constatamos en Francia.
Pero insistir sobre las dificultades de la generalización del automatismo se
explica porque las dificultades llegan a ser tales que perjudican la obtención
de ganancias de la empresa e incluso las llegan a poner en crisis. Sin embargo,
estos problemas no hay que considerarlos como permanentes, durables. Poco a
poco los ingenieros descubren los problemas que han ignorado o minimizado y
logran dinamizar las instalaciones, conservando al mismo tiempo personal
descalificado. En consecuencia, en cierto tiempo las empresas pueden esperar
resultados satisfactorios a sus intereses.
Pero de todos modos, hay que
subrayar que con verdaderos profesionales, o sea, trabajadores calificados, se
puede llegar a resultados realmente satisfactorios. Esto también desde el punto
de vista teórico, ya que no hay garantía de empleo de trabajadores con altos
grados de calificación, precisamente por el costo salarial que implica para los
patrones. Es por ello que los patrones que no tienen garantía para elevar sus
tasas de producción empleando trabajo calificado y pagando su cos-to, prefieren
darse estas garantías descalificando al obrero, aunque se produzca menos.
Paso
a la tercera pregunta. En la hipótesis de una automatización que pudiera ser
recalificante, la calificación de los trabajadores en parte sería diferente de
las calificaciones en lo que se refiere al conocimiento de los problemas de
fabricación. Pero con la automatización este problema se resuelve de una manera
distinta que con la mecanización. Entonces hay que adquirir nuevos conocimientos
para saber cómo es que se resuelven de una manera nueva los mismos problemas de
fabricación.
Pero
un punto muy importante de la profesionalizad es precisamente el conocimiento
de los problemas de fabricación; el segundo aspecto por el cual esta
calificación por este tipo de automatización sería diferente, lo encontramos en
que la distinción entre técnicos, obreros de mantenimiento y operarios se
diluye, se borra, brotando una reunión de conocimientos que antes estaban
separados. A su vez, hay un conocimiento que queda (del anterior) y uno nuevo,
creo. Pero no es cierto, como en algunas empresas se afirma, que hay una
ruptura, esto es, que los antiguos conocimientos ya no sirven para nada.
Por
lo que se refiere a los círculos de calidad, la filosofía como se les concibe
ha evolucionado, diferenciándose según como se ha implantado en los diversos
países. Pero puedo decirlos lo que yo he observado en una investigación sobre
los círculos de calidad en Japón. En este país, los productos que se hacían
entre fines de los años 50 y principios de los 60, tenían fama de ser de mala
calidad. Incluso cuando se hablaba de un producto de mala calidad, se decía que
era una mercancía japonesa. Después de la guerra en Japón, hubo en este país
luchas en los años cincuentas y cambios muy importantes que han sido olvidados,
los cuales tenían como puntos de discusión la calificación, el empleo, etc.
También hubo un tercer problema: el paso de un sistema de dictadura militar a
un sistema democrático. Curiosamente, los norteamericanos impusieron a Japón
una legislación social y política más democrática. El conjunto de estos
factores y también la inteligencia de cierta parte del Patronato japonés,
consiste en aplicar el principio del judo: en lugar de oponerse y presentar
resistencia, se va en el mismo sentido. En consecuencia, se desvía. Este es el
origen del movimiento de los círculos de calidad.
El
crear un marco de la participación de los trabajadores donde se hace
desaparecer la jerarquía, donde todo mundo puede tomar la palabra para tratar
los problemas de la producción y valorizar las ideas de los obreros, desde el
punto de vista de la patronal japonesa el punto fundamental de los círculos de
calidad es menos la mejora de la calidad y del rendimiento que la adhesión, la
integración y la participación de los trabajadores, lo cual crea una base
favorable para el posterior perfeccionamiento de la calidad y el rendimiento.
A
esto se agregan las especificidades de la vida japonesa, de la relación entre
patrones y obreros e incluso de la concepción de la familia japonesa en la cual
el hombre está con una relativa libertad de movimiento ante los requerimientos
del trabajo. Por ejemplo, es muy normal –y no plantea ningún problema-, que una
empresa envíe a un obrero o a un cuadro de alto nivel a trabajar dos años al
norte de Japón o al Brasil, sin que vuelva con su familia. Entonces, la mujer y
los niños son una cosa y la vida del hombre es otra. Diría que si quisiera
imponerse esto a los cuadros o a los obreros franceses, esto sería una
revolución. En fin, son las especificidades.
En
el Japón hay círculos de calidad que tienen naturalezas muy distintas. Hay los
que son un poco el relajo, la broma. Los obreros están obligados a participar
en estos círculos de calidad donde se hacen sugerencias que son risibles. Por
ejemplo, en la siderurgia las iniciativas de los obreros consisten en la
elaboración de carteles que dijeran que no había que fumar, etc. para liberarse
simplemente de la obligación de sugerir algo. En Toshiba, una fábrica donde se producen chips, (circuitos
integrados) donde los trabajadores son puras mujeres y los supervisores puros
hombres, las obreras tienen entre 16 y 25 años porque en adelante dejan la
empresa debido a que se van a casar. Si llegan a esta edad y aún no se han
casado, la familia le encuentra un marido. En este contexto, los círculos de
calidad de esta fábrica consistían en reunir a las obreras de este taller,
donde el supervisor preguntaba a cada una de ellas las tres sugerencias que
debían llevar cada semana. A continuación se veían las gráficas de
descomposturas de las máquinas, donde posteriormente cada obrera tenía que
explicar los motivos de tales desperfectos. En lugar de una participación y un
sistema democrático de tales círculos, en realidad se trataba de formas
dictatoriales a su interior. Esto lo pongo como ejemplo para salirnos un poco
del mito de los círculos de calidad japoneses y también para dejar de
imaginarnos que los círculos están compuestos de trabajadores agachados.
Una
vez dicho esto, también hay círculos de calidad que realmente funcionan y en
donde verdaderamente los obreros participan en forma voluntaria en la
modernización y en el mejoramiento. Pero esto se produce en cierto contexto en
el cual estos obreros tienen la garantía completa del empleo y en los que hay
un sistema de promoción, de salarios, de clasificación y de trabajo muy
codificado y que se prevé con anticipación. Esto se hace de acuerdo a la
antigüedad y, todos los asalariados, cualquiera que sea su papel, comienzan
desde la base de la escala salarial y de los puestos de trabajo, donde cada
categoría tiene garantías muy precisas de promoción.
En
este marco, se comprende mejor esta participación efectiva para el mejoramiento
de la producción y para la calificación de los obreros. Para retomar lo dicho
antes, en algunas fábricas, con varios talleres automatizados de la empresa Honda, los obreros de estas áreas han
llegado a automatizar completamente la fabricación, siendo su trabajo del tipo
acerca del cual me refería en la exposición hace un momento, que consiste en
analizar permanentemente el funcionamiento de la instalación, así como
manejarla y mejorarla, es decir, son verdaderos profesionales (técnicos con
alto grado de calificación).
Al
principio, algunos de ellos eran O.S., o sea, obreros especializados de cadena
de montaje (de reducida calificación). En consecuencia, estos ejemplos muestran
una recalificación y concibiendo de otra manera las máquinas, sí es posible.
Pero también hay que ver las condiciones particulares en las cuales esto es
posible en una empresa capitalista, difícilmente no generalizables.
Para
concluir acerca de los círculos de calidad, es necesario diseñar una estrategia
sindical para incrementar la participación decisiva de los trabajadores en
todos los terrenos de la producción. por ejemplo, la capacitación.
Para
pasar a las telecomunicaciones y en particular a la instalación de las
centrales digitales, no conociendo a detalle el problema, tengo algunas
dificultades para responder. Sobre todo, no conozco cuál es el estado actual de
la división del trabajo y cómo se podría aprovechar la automatización para
recomponer todo eso, para reorganizarlo. Tal vez a partir de las pistas y de
los principios que he formulado, habría que ver cómo se podrían aplicar a esta
industria, pero en realidad con respecto a esto no tengo proposiciones
concretas. De todos modos, aquí la situación es muy difícil porque tenemos una
tecnología que ya llega completamente elaborada y que provoca una reducción
masiva del empleo. De todos modos, con seguridad se puede decir que los grados
de reducción del empleo son demasiado fuertes que con respecto al nivel que
sería deseable su funcionamiento. Pero, en todo caso, suprime empleos.
Hagamos
un poco de utopía, de imaginación. En la dinámica que he mencionado anteriormente,
en la cual los obreros a partir de su propia profesionalidad orientada a la
modernización, esta automatización mejora el rendimiento y reduce el tiempo de
trabajo necesario. Entonces, en este cuadro de todos modos sería posible hacer
proposiciones de otros empleos dentro de la misma empresa a partir de lo que se
adquirió de conocimiento. No puedo dar ejemplos para el caso de las
telecomunicaciones, pero sí en el caso del Metro. En el Metro de París hay un
gran problema que se refiere a los frenos, al sistema de frenado. Los
ingenieros no han podido resolver esto; pero platicando con los obreros he
notado que ellos sí saben cómo darle solución. Si estas propuestas se aplican,
entonces se reduciría el trabajo de mantenimiento del sistema de frenos, si es
que las ideas son eficaces. Pero en la hipótesis de un control obrero del
desarrollo técnico, se puede imaginar que esta competencia que se ha
desarrollado para el control de los frenos se podría vender para resolver otros
problemas del mismo tipo en la empresa. El problema es controlar esta
evolución, pero todo esto es muy complicado.
Por
lo que respecta a los sindicatos franceses y las nuevas tecnologías, todo esto
de que estamos hablando se discute en Europa desde hace unos diez años, tanto
por los sindicatos como por el Estado y los patrones. Estos últimos están
interesados en negociar, tanto para evitar huelgas como para que las nuevas
tecnologías sean aceptadas por los trabajadores. Por parte de los sindicatos se
han planteado reivindicaciones que se refieren al empleo, los salarios y la
calificación en el trabajo, así como la formación profesional. Sin embargo,
siempre se presentan obstáculos sobre las demandas que tienen que ver con el
sistema técnico mismo y la calificación real del trabajo. En el caso de la
informatización del sistema bancario, algunos sindicatos han logrado establecer
ciertas proposiciones técnicas que ayudan a garantizar la calificación real en
el trabajo. Pero por el momento esto no va más lejos.
Como
pueden ver, en estos asuntos todo mundo piensa, realiza investigaciones y hace
propuestas, pero hasta aquí hemos llegado. Ante estas dificultades, algunos se
desesperan y concluyen que no se puede hacer nada.
Para
terminar, las dificultades económicas que acarrea la automatización provocan
modificaciones internas de las empresas. Hasta este momento, los servicios
técnicos de las grandes industrias, es decir, que conciben las máquinas, podían
imponer estas máquinas a los directores de las empresas o a los jefes del
taller. Ante la ineficacia de ciertas de estas instalaciones del sistema maquinizado,
estas personas se han rebelado contra los servicios técnicos y reclamaban ellos
tener el poder. Actualmente, estos directores o jefes de taller tienen el
derecho a rechazar los sistemas automáticos que no les parecen funcionales, si
es que no logran mantener bajos los costos de producción.
Esto
ha dado origen a otro fenómeno: la desaparición, la dilución de los límites
entre los distintos servicios de la empresa. Antes, la oficina de estudios
concebía el producto y a partir de éste se concebía la máquina idónea; una vez
definida esta última y en función de ella, se definía la fabricación y el
mantenimiento que se tenía que realizar. Con la automatización actual, estas
fases ya no son posibles, puesto que ahora el producto se concibe en función de
la automatización y ésta dependiendo de los problemas reales de la fabricación,
desde el punto de vista de los proveedores de las empresas. Esto las lleva a
ser extremadamente exigentes con ellos. Por ejemplo, les exigen que las materias
primas sean homogéneas, que guarden ciertas características, etc.
Octubre
de 1988